No me sorprendió la decisión del gobierno. Creo que una de las cosas buenas que tiene esto de tener una mente que siempre piensa en el futuro y se imagina las cosas que pueden pasar, es haber meditado este escenario unas mil veces. Y por eso me pude preparar. Física y mentalmente.
No me asusta el aislamiento. De hecho, lo hice rutina hace bastante tiempo. Logré que mi casa sea ese refugio del mundo hostil que conozco. Y acá me encuentra. La preocupación es lo económico y la incertidumbre de lo que sucederá en los próximos meses. Lo siento, mi mente del futuro me dice que es poco probable que el 31 de marzo sea el último día de la cuarentena. Para muchas personas esto es pesimismo. No lo vivo así. Si ocurre lo opuesto, recibiré la noticia con alegría. Y si no ocurre, ya estaba preparada.
¿Está bueno vivir así, haciendo predicciones? No lo se.
¿Acaso no genera más ansiedad y/o angustia? A veces sí, a veces no.
Lo que no me gusta de la cuarentena, que en parte la vivo como obligatoria desde el lunes, es el caos. La mayoría habla de leer libros, hacer cosas que hace rato quieren hacer y yo me encuentro en días de mucho estrés. Teniendo la mitad de clientes pero el doble de trabajo.
Yo también quiero una cuarentena para mi.
Como hemos visto (en vida propia), no es una simple cuarentena ni es solo una pandemia… es un cambio de vida para muchos que estaban acostumbrados al bullicio y a la diversidad social. Es un cambio necesario para salvar la vida e innecesario para salvar la mente, pues desde siempre era útil poder hacer un encierro con nuestros pensamientos y dejarlos ahí, que revolotearan como mariposas sin brújula ni pétalos. Quizás la gente cree que es el fin pero tan incierto es que lo mejor es ser positivos y dibujar un mañana con nuevas esperanzas de que la humanidad ahora sí sea humana.
Gracias por tu Blog Vir.
¡Gracias a vos por tus palabras Fred!