Día 8 | Decidir no vengarse y hacer que cesen los gestos ofensivos

En busca del perdón no es aprender a personas que te lastimaron, es aprender a perdonarte.
Escrita el 21 de mayo de 2016
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La primera etapa de las doce que conforman la búsqueda del perdón auténtico es: “Decidir no vengarse y hacer que cesen los gestos ofensivos.”

Y sí. Sin empezar a leer de qué se trata es más que obvio. Si tenés deseos de vengarte es porque no perdonaste. Suena lógico, demasiado lógico.


Pero yo pregunto. ¿Hay una sola forma de vengarse? 


Por ejemplo, que uno espere que el otro te vea y sienta envidia por la vida que llevas ahora… ¿es querer vengarse? 


Igual suena muy estúpido basar tu vida en querer demostrarle al otro el protector de pantalla. Porque, de seguro, no sos feliz viviendo así.


Aparte… ¿Para qué querés que el otro sienta envidia de vos? ¡Qué feo sentimiento!


Es mil veces preferible que los otros sientan amor por vos y no emociones tóxicas.


Yo viví así mucho tiempo. Y no tengo vergüenza de decirlo.


Buscaba que el otro se arrepienta de haberme perdido. Lo cual es contradictorio, porque si estaba tan pendiente del que otro me vea de una forma “feliz” (por más que no lo fuera), significaba que no me perdió. O sea, mi atención seguía puesta en él/ella. En vez de disfrutar de mi vida, la vivía de acuerdo a la mirada del otro.


Después, no recuerdo otra forma de querer vengarme. Si es que lo anterior se puede considera venganza.


Una vez pensé que me estaba vengando. Pero eso es lo que me hicieron creer. O lo que querían que yo crea.

Después descubrí que lo que estoy haciendo es justicia.

Igual presiento que estoy siendo 100% sincera conmigo. Mi ego está demasiado molesto con esta etapa que atravieso y que busco perdonar para liberarme.

Iba a buscar el significado de la palabra venganza en Google pero me detuve justo a tiempo.


¿Realmente necesito hacerlo? ¿Acaso no sé lo qué es la venganza?


¡Vamos!


La venganza es ese sentimiento casi incontrolable que nace luego de que te ofenden (física y/o psicológicamente) de querer que el otro sufra igual o más de lo que te hizo sufrir a vos.


¿No?


¿Y me vas a decir que nunca lo sentiste?


Tenés razón (sí, me hablo a mi misma).


Y la primera persona que se me viene a la mente cuando pienso en venganza es mi padre.


Estoy casi segura que el primer sentimiento de venganza es hacia él.


En este caso, ya no existe más esa reacción instintiva porque ya no está más en este plano terrenal. Pero, de todas formas, siento que debo perdonarme igual por haber sentido ganas e, incluso, llevar a cabo venganzas hacia mi padre.


No importa qué clase de agresión tuvo hacia mí. De eso se trata esto. De perdonar. Porque no sirve vivir en el pasado, recordando, pasando una y otra vez la misma cinta de película. Debo avanzar y para eso, debo soltar.


Si de verdad me considero un ave fénix, el siguiente paso es encontrar la paz y tranquilidad necesaria para curar mis heridas, para que cicatricen y pueda resurgir, redescubrir y dejar florecer mi esencia.


En el libro hay un párrafo que me hizo reflexionar un buen rato:


“El espíritu de venganza lleva a condenar sin piedad al ofensor, pero es de temer que el juicio desvalorizador que te has hecho de él se vuelva contra ti. Entonces te obsesionará el miedo a que los demás te paguen con la misma moneda en un futuro próximo.”


Sin dudas, la venganza es uno de los peores caminos que uno puede elegir luego de sentirse ofendido. Lo veo muy claro.


No puedo volver el tiempo atrás, no puedo decir que me arrepiento de haber tenido sentimientos de venganza porque sería esconder una parte de mí que en ese momento si los sintió. Pero si me comprometo a aprender y no dejar entrar a mi vida de nuevo a la venganza.


Hacer que cesen los gestos ofensivos.


[Off topic: en esta parte me di cuenta que, quien escribió el libro, es un sacerdote. Me generaron ciertas dudas el seguir leyendo el texto pero, al notar que no escribe desde un lado religioso, deje de lado mis perjuicios y seguí leyendo.]


Es obvio que si el otro está todavía en plan de lastimarte, no vas a poder perdonarlo. Entonces, sin que haya sentimientos de venganza, es necesario pedir que se termine con esa guerra de ofensas, alejarse y perdonar.


Digo alejarse como para poder tener un tiempo para sanar las heridas. Primero hay que recobrar las energías para perdonarse a uno y luego viene el perdón hacia los demás. Creo que no puede ser al revés.


Lo que estoy pensando es cómo lograr pedirle al otro que cesen los gestos ofensivos si le tengo miedo. Si, ya me di cuenta, estoy hablando en el caso de mi padre al cual siempre le tuve miedo.


Muy pocas habrá escuchado palabras sinceras de mi boca. Era normal pensar y buscar aquellas frases que no lo hicieran estallar y descargar su furia sobre mí.


Lo más genuino que me oyó decir fueron las últimas palabras que se llevó a la tumba. Esas bañadas en lágrimas donde, detrás, había un pedido de paz, “no quiero seguir sufriendo, muchas veces te lo pedí y no cambiaste. Ahora comprendo que quien debe cambiar soy yo y elijo no estar cerca de las personas que me hacen mal. Por eso, decido no verte más. No sé si es para siempre o no. Pero ahora, necesito alejarme de vos porque me haces mal.”


Y lo dije sin saber que de verdad sería para siempre. No por decisión mía, sino por decisión de la vida (que también es muerte).


En ese momento no deseaba vengarme. Por eso digo que fueron genuinas mis palabras.


No sé si tuvieron repercusión en él. Tres meses después me pidió que nos juntáramos a hablar. No creí en él. No acepté escucharlo porque, en ese momento, sentí que no entraba un dolor más en mi ser y que no estaba preparada para oir palabras que me duelan.


Estaba equivocada. Tres meses después hubo lugar a un dolor más. Se agotó el tiempo y no hubo lugar para sus palabras.


Eso Vir. Llorá. Llorá todo lo que necesites. Porque yo se que te sentís una mierda con respecto a esto que pasó.



Porque vos solo querías poder sanar tus heridas sin tener que estar al lado de personas que se empecinaban en reabrirlas. Vos no sabías que se iba a morir. Te duele el no haberle dado la oportunidad de decirte lo que sentía. Sí. Te duele. Te sentís la peor mierda del mundo.


Pero el te lastimó. Y mucho. Lo sabemos. Y él tenía oportunidad de hacerte llegar sus palabras, aun cuando vos no quisieras escucharlas. Una carta, un mail, un mensaje de texto. Algo. Y no lo hizo.


Sabemos que esto es algo que necesitas perdonarte.


Vos solo querías cortar con tanto dolor que él te provocaba. No lo hiciste de mala. No buscabas venganza, buscabas paz.


Lo siento. Lo siento mucho. Perdón, perdóname.



——
Imagen extraída de aquí y aquí

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