Sweet Liberation – Día 9: Mixed Emotions

¿Qué es ese cosquilleo en la boca del estomago? No es la primera vez que lo siento, pero qué tonta… siempre me pregunté si era algo bueno o malo y nunca termino de prestar atención a lo que sucede luego de tener esa sensación y haber tomado una decisión. Ese revoloteo en el estomago, que […]
Escrita el 7 de mayo de 2014
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¿Qué es ese cosquilleo en la boca del estomago? No es la primera vez que lo siento, pero qué tonta… siempre me pregunté si era algo bueno o malo y nunca termino de prestar atención a lo que sucede luego de tener esa sensación y haber tomado una decisión.

Ese revoloteo en el estomago, que hace que el corazón te lata fuerte, muy fuerte. Que no puedas controlar la respiración. Síntomas de “mariposas en el estomago”, lamento decirles que también son los mismo de un ataque de ansiedad.

Y seguramente, antes de diciembre 2011, hubiera afirmado que es algo bueno. Que es amor, que es signo de estar haciendo las cosas bien. Pero ahora no, dudo. Mi cuerpo habla, ya lo conté, convivo con tres voces. Una la escuchan todos cuando hablo, otra es mi mente y otra es la de mi cuerpo a través de síntomas, como el de ahora.

Le estoy por contar algo importante a una persona. Tengo miedo, no sé si lo tomara a bien. ¿Le digo o no le digo? Es que lo quiero compartir con todos, pero tengo tantos prejuicios. Y cuando agarré el teléfono para comunicarme comenzó a hablar mi cuerpo.

¿Serán sólo nervios? ¿Hay nervios buenos que te avisen que estás haciendo bien? ¿Y por qué el cuerpo debería saber si lo que estoy haciendo es lo correcto y expresarlo? O, por el contrario, que sepa que estoy haciendo algo que no me conviene y advertirme.

A veces creo que le doy demasiada importancia a lo intangible. O que creo mucho en esa magia que no se ve pero se siente. Esa magia que te ayuda, que te acompaña. Magia, ángel de la guarda, dios… como quieras llamarlo. De chica tuve señales cuándo algo malo estaba por ocurrirme. Incluso la semana antes de tener el accidente de auto, yo no quería ir. No quería y eso que era las primeras vacaciones familiares. Y ese día tenía miedo. Mucho.

Y recuerdo que la última vez que tuve estas señales fue cuando recibí un llamado que estaba esperando y  que había un 90% que me den una respuesta, para bien o para mal. Sonó el teléfono y empezó el concierto. Al final no me dijeron nada de lo que creía, así que mi cuerpo no estaba seguro sino que presumía y por eso estaba nervioso.

¿En qué ando? ¿Por qué tantos nervios? Todavía no lo puedo decir. Y no son sólo nervios, es una súper mezcla con miedos, ansiedad, alegría, tristeza, nostalgia, emoción.

(…)

Pasó, pasé. Lo que tenía que decir, lo dije. Pero cuando tuve que hacerlo no estuvieron las cosquillas de adentro. ¿Por qué? Y no pasó nada de lo que pensé, o hasta ahora no me enteré. Es raro, a la tarde, cuando estaba por hacerlo, el cuerpo me daba señales. Horas más tarde, lo estoy haciendo, sin miedo, suelta y el cuerpo estaba tranquilo, o dormido.

¿Entonces? ¿Qué paso? ¿Por qué sentí ansiedad? ¿Ansiedad? Qué palabra oscura. Exceso de querer saber que va a pasar en un futuro. Futuro que no existe, que no podes controlar ciento por ciento. Que no sabes si va a existir. Porque todos creemos que va a haber un mañana, y la certeza es efímera. Porque cuando hoy cierre los ojos no sabré cuándo los volveré a abrir. Porque cuando hoy cierre los ojos no sé a dónde viajaré, qué conoceré o a quién visitaré. ¿Y si no vuelvo? No vuelvo y punto. Ese pánico a la muerte ya no convive conmigo. Ya lo solté, ya ando más liviana.

Hoy es hoy. Ni ayer, ni mañana. Hoy. Ni hubieses ni hubiera. Ni será ni seré. Hace frío afuera. ¿Adentro? Bien, gracias. Adentro ya están bastante ocupados. Adentro llueve soleado. Una revolución, los “no” contra los “si”. Los optimistas contra los negativos. Los miedos contra los sueños. ¿Quién ganará? Ya lo sabemos, no hay duda. A pesar de todo, estás más fuerte que nunca.

*Las fotos las tome de Google

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