X de “La equis de las ecuaciones ó la vida es una incógnita por resolver”

En estos días estuve ayudando a unos chicos de segundo año de la secundaria en la materia más odiada del colegio pero que yo amé desde el primer día que las entendí: matemáticas. Fuente: Internet Y es que hay situaciones que uno tarda en conectar y encontrarle sentido. Por eso creo importante el escribir, porque […]
Escrita el 31 de agosto de 2014
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En estos días estuve ayudando a unos chicos de segundo año de la secundaria en la materia más odiada del colegio pero que yo amé desde el primer día que las entendí: matemáticas.
Fuente: Internet

Y es que hay situaciones que uno tarda en conectar y encontrarle sentido. Por eso creo importante el escribir, porque me permite volver hacia atrás y recordar lo que viví. A veces la memoria es demasiado selectiva y te hace perder cuestiones importantes. Las palabras no, están y siempre estarán ahí. 

¿Y por qué digo/escribo esto? Porque recién, preparándome para escribir sobre matemáticas y la equis de las ecuaciones, pensaba en cómo compararlo con mi vida. No iba a ser tan profundo, solo unir y comparar una ecuación matemática con la vida misma.

Cómo uno puede estar buscando descubrir que significa la equis, una determinada situación o acción, y como a través de unos pasos uno puede llegar a la solución. O no solución, pero ver que es lo que sucede. Porque no estamos por estar acá. Está todo conectado.

De hecho, todos somos signos de operación. Porque todos tenemos nuestra parte positiva, el signo “mas” +, y podemos transformarnos en un signo negativo (signo “-“) con tal solo pasar del otro lado (el signo igual =).

Pero me di cuenta, uní un par de cabos y resulta ser que mi amor por las matemáticas comenzó justamente en séptimo grado. En ese año, 1997, sufrí el accidente con mi familia que me marcó para siempre. No solo en la piel, sino en la vida misma, en el camino, en los pasos.

Ese año vivíamos en Rio Grande, en Tierra del Fuego, pero los especialistas del hombro que me operaron y reconstruyeron el mismo estaban en Buenos Aires. Esto derivó en que comencé dos semanas más tarde a ir al colegio y que durante el año tuviera que ausentarme semanas completas para poder viajar a hacer la rehabilitación.

Resumen, en el segundo trimestre volví y ya habían explicado las ecuaciones. Tema nuevo. No entiendo, no entiendo. No quiero decir que el profesor o profesora, no recuerdo, no me quiso explicar. Tan solo no entendía cómo resolver las ecuaciones. Y estamos hablando de las fáciles (vistas desde ahora).


Me llevé la materia a diciembre, porque al no entender lo básico todos los temas desde julio hasta noviembre no los entendí. No es difícil, si no sabes lo básico no intentes aprender lo avanzado. Es como querer ponerse las medias después de haberte atado las zapatillas. O ponerte el corpiño después de abrochado la campera.
Para aprobar la materia me pusieron un profesor particular. En verdad fue un compañero de trabajo de mi viejo que era no se que de matemáticas y con toda la paciencia del mundo me explico. No solo hizo que entendiera las ecuaciones y los otros temas, hizo que me enamorara de las matemáticas.

A ver, cómo explico lo que tengo en mi cabecita dando vuelta en torno a estos temas. Vendría a ser algo así:

Ecuaciones: hay una incógnita que resolver, esa equis tiene solución, tiene un porqué y tiene una razón de ser. Yo tengo que resolverla, encontrarle la respuesta para aprender. Aprender en esta vida, por eso estoy aquí, para aprender.

Durante mi adolescencia pensaba que mejor no aprender lo que uno viene a hacer en esta tierra porque significaría morir. Si ya no tengo nada más que aprender, ¿para qué seguir viva? ¡Qué equivocada que estaba! ¿Nada más que aprender? ¡Cuánto ego Vir!

Muchas veces me quedaba mirando la nada pensando qué tengo que aprender de esta vida. Para qué vine y cómo es que yo siento la vida de esta forma y para otros es simplemente vida es “no sabemos ni cómo ni para qué vinimos solo sabemos que hay que vivirla pero esto lo traducimos a que los días pasen pasen hasta que nos vengan a buscar. ¿Quién viene a buscarnos? Y depende de cómo nos portamos subimos o bajamos”. ¿QUÉ? Nada más lejos de lo que yo creo.

Las ecuaciones las aprendí a resolver en el año 1997.

Año 1997: un antes y después en mi vida. El accidente, si. Estuve muy enojada con el universo, con dios, con el diablo, con mi familia, conmigo, conmigo más que nadie en el mundo porque yo sabía que algo iba a pasar en ese viaje en familia, yo sabía que íbamos a tener un accidente. No me pregunten cómo, lo sentía. Algo mío me decía que me prepare. ¿Pero para qué? Tan solo tenía 12 años y si, la vida ya me parecía una mierda por diversas situaciones y hechos que no vienen al caso.

Accidente: minutos antes mis hermanos preguntaban cuando íbamos a volcar porque nos habían dicho que en esa ruta chilena volcaban todos autos argentinos y que se mataban familias enteras. Era como que todos sabíamos que íbamos a tener un accidente. Incluso el estéreo que fue el protagonista reproduciendo el tema de las azúcar moreno en el momento justo.

Vueltas y vueltas, mi cabeza golpeaba contra todo lo que se le pusiera delante. Mis hermanos gritaban y lloraban, mi mamá nos decía que nos agarremos fuerte y yo sólo escuchaba “solo se vive una vez”.

Años ignoré ese mensaje: en el momento en que te ves desde el cielo como salís despedida de un auto estés escuchando “solo se vive una vez” repetidamente…. Ufff, se me pone la piel de gallina todavía. ¡Qué mensaje la puta madre!

Más claro imposible… Vir, aprovecha esta vida, solo se vive una vez. Y si bien puedo tener creencias respecto a vidas pasadas y vidas futuras, esta vida… esta como María Virginia Sanz nacida el 22 de octubre con la familia que elegiste y todo lo demás, ésta se vive una vez. Es tu oportunidad de aprender. ¿Pero qué? Hay días que siento que debo aprender TODO.

Por eso, hace dos días terminé escribiendo en mi piel la frase, en el ante brazo izquierdo. “Solo se vive una vez”. Y hasta creo que yo misma programé que iba a suceder el accidente con ese tema musical en el medio. Era como el tic tac del despertador. Eso me tenía que despertar. Fracturarme y perder parte del hueso humero me hizo detenerme, paralizar, esperar. Como si mis vidas pasadas las hubiera desaprovechado y en esta, antes de venir, propuse tener este despertador para no seguir dormida en las emociones negativas y aprovechar la vida, esta vida que se vive una sola vez y que tengo que aprender pero ya no con ansiedad de no saber qué sino con la certeza de que transitando de forma consciente y en armonía, todo lo voy a ir aprendiendo. Ni un minuto antes, ni un minuto después.


De hecho, pasaron 17 años del accidente y ahora estoy relacionando todo esto.
Así como tuve ese maestro que me enseñó a resolver las ecuaciones y que me hizo amante de las matemáticas y sus múltiples problemas a resolver, así voy a ir encontrando maestros que me enseñen. Sólo tengo que estar abierta a recibirlos para aprender, y abierta para despedirlos también. El apego no me deja avanzar. Apego a lo material y a las emociones.

Y con todo esto quise ir un poco más allá y leer qué significan los hombros, y en especial el izquierdo, en el lenguaje del cuerpo. Y lo que encontré no me sorprendió pero no termino de encontrarle un sentido exacto.

La mayoría concuerda que los hombros son los que llevan la carga. No se refiere a peso real sino a peso emocional. Y el hombro izquierdo es desvaloración de la propia imagen. Es decir, (…)

Hago una pausa para escribir algo que sucedió recién mientras iba leyendo y escribiendo sobre el hombro izquierdo. Fui al mozilla a releer para escribir con mis palabras y cuando quise volver al Word se trabó. El puntero no aparecía a la pantalla, pero si con tab + alt iba al mozilla de nuevo, funcionaba bien. Iba al chrome (si, tengo los dos navegadores abiertos al mismo tiempo) y funcionaba. Volvía al Word y nada, tocaba el teclado y no se escribía.

Más de uno pensará que “son cosas que pasan” y si, tienen razón pero tienen un por qué, un para qué. A mí siempre se me ha trabado el mozilla o el chrome o los programas de diseño pesados, el Word no.

¿Y qué traducción hago? ¿Cómo resuelvo esa incógnita? En que para mí no debo escribir sobre eso en este momento. Seguramente porque lo que leí no me sirvió y yo voy a ir descubriendo más adelante el porqué el accidente, el mensaje del tema musical no fue suficiente, sino que me fracturé y astillé en 60 pedazo el hueso humero del brazo izquierdo, por qué la cabeza de ese hueso se desprendió del tronco, de la clavícula y roto 180 grados. No puede ser casual, tiene un por qué.

Como tampoco es casual que las matemáticas y sus ecuaciones las haya aprendido el mismo año que sucedió el accidente. Como si hubiera sido la primera materia que tenía que aprender para entender el para qué.
El tema de las azúcar moreno siempre me pareció horrible. La música más que nada. Ahora fui a buscar la letra y no me parecen extrañas. Son mensajes claros, sencillos.


Si no quieres aguantar y te quieres liberar
una frase te diré: sólo se vive una vez.
si no quieres discutir y te quieres divertir
escúchame bien: sólo se vive una vez.
Apaga el televisor y enciende tu transistor
y siente unas “cosquillitas ” por los pies
prepárate pa’ bailar y cuenta luego hasta tres…
one, two, three, caramba!
Dale marcha al corazón, que caramba!
dale al cuerpo bacilón, que caramba!
sólo se vive una vez…
quítate la represión, que caramba!
suelta el pelo a la pasión, que caramba!
sólo se vive una vez.
Si te importa ” el que dirán ” y te quieren enrollar
recuérdalo bien: sólo se vive una vez.
Si te quieren amargar con problemas y demás
no te dejes convencer: sólo se vive una vez.

Y ahora siento que no debo escribir más. No voy a ponerme mal por sentir un bloqueo mental, me voy a respetar y respetar mis tiempos para pensar, aclarar y seguir luego con esta ecuación.

4 Comentarios
  1. Vir Sanz

    ¡Muchas gracias por las lindas palabras! 🙂
    Tal cual, los dolores del cuerpo son emociones que intentan salir hacia afuera de alguna forma. Está bueno que uno pueda no sufrir de dolores y molestias, pero lo más importante es poder identificar el por qué para no volver a sufrirlos.
    Con el tema de los oídos, de pequeña yo sufrí adenoides y cada dos por tres otitis agudas. Eso provocó que con 6 años casi pierda la totalidad de audición. Se dio cuenta mi maestra de grado. Muy triste toda la historia, pero en fin… hoy entiendo esa enfermedad. Yo no quería escuchar todo lo que ocurría en mi seno familiar.
    Ahora, unos años para aquí, empecé a notar otra vez una disminución en mi audición y se que es por que también quiero dejar de escuchar cosas que no me gustan. Lo bueno es que siendo consciente puedo trabajar en ello en vez de dejar avanzar la enfermedad.
    ¡Animate a las #DinamicasCreativas! Si empezas, compartime el link con tus textos que me gustaría mucho leerte.
    Un abrazo!! 🙂

    Responder
  2. Tes Nehuén

    ¡¡Qué buen texto, Virginia!! También creo que todo en la vida pasa por algo, sobre todo las cosas que nos hacemos en el cuerpo (enfermedades, dolores, etc). Detesto los antibióticos porque pienso que lo único que hacen es alejarnos del verdadero problema que intentó aflorar a través de la debilidad de nuestro organismo. En mi caso llevo un mes con una infección en uno de mis oídos que me ha llevado a un trabajo intenso de introspección porque esta dolencia está vinculada a problemas emocionales evidentes. A medida que trabajo en las emociones la dolencia afloja. Duele pero creo que es el único camino para crecer y estar en armonía con el propio cuerpo. Leerte me ha ayudado mucho. Creo que me voy a animar con esto de #DinámicasCreativas porque me parece una idea preciosa y alucinante.
    Un abrazo grande y gracias por ayudarme a enteder las ecuaciones (nunca es tarde para aprender, ¿no? 😉 )

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  3. Vir Sanz

    ¡Qué bueno saber que no soy la única! A mi me encanta buscarle sentido a todo, como que todo absolutamente todo tiene un por qué, algo significa… no puede ser que nuestra huella no deje marca. Y cuando le encuentro el sentido es como que cierro la historia, y si fue, por ejemplo, una situacion dificil o dolorosa, es como que se cura un poco mas la herida al encontrar un para qué. Porque no es tanto el por qué, es el para qué y saber la respuesta te ayuda a crecer.
    Si, es magnifico compartir relatos, historias, palabras, causalidades con todas ustedes! 🙂
    Besos Sol!

    Responder
  4. Sol Iametti

    Algo me decía que hoy que pasar a leerte, y acá estoy… con los ojos llorosos porque te leo y es como leerme (y qué lindo poder encontrarse en las palabras del otro).
    Es que me paso los días tratando de leer las entre líneas de todo, tratando de interpretar las señales, y a pesar de que algunos dicen que es imposible que todo tenga un por qué, es una tarea que nunca me canso de llevar a cabo. Creo que hace la vida más rica; la llena de momentos únicos, que nos cambian la vida.
    Qué suerte haberme cruzado con el grupo de dinámicas, y qué hermoso haberme cruzado con todos ustedes (Maga, Marina, Nati, Jime, vos…) Aunque pensándolo bien, no fue suerte… creo que es algo que tenía que pasar; una especie de no-casualidad linda en el medio de esta ecuación.
    Abrazos Vir!

    Responder

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