Dejá de castigarte. Basta. No es necesario. No entiendo esa constante de estar buscándote los errores. Los enmarcas y pones el cuadrito justo delante de tus ojos. ¿Por qué? ¿Por qué ahora estás así? ¿Extrañas escribir? ¡Escribí entonces!
¿Cómo que estás haciendo otras cosas que debes hacer? ¿Es caso de vida o muerte? Aja… ¿Entonces?
Deja de hacer lo que estás haciendo y que no te hace bien… agarra el martillo y dale en el medio a ese vidrio y rompé en mil pedazos ese cuadro que te recuerda que hubo cosas que hiciste de las cuales te arrepentís pero como no se puede volver para atrás no sabes cómo convivir con la culpa.
Culpa. La bebida más amarga que hayas probado. Incluso, peor que el fernet.
¿Y qué hacemos con esto? ¿Cómo vas a seguir? Porque tenes que seguir, tenes que sacarte la culpa, sacate esa mochila, perdonate por lo que hiciste y por lo que no hiciste, por lo que dijiste, por lo que no dijiste. Perdonate y seguí caminando, seguí viajando, seguí avanzando.
Dale, vamos. No te llenes el cuerpo con comida, eso no llena el alma, no sana las heridas, no hace que desaparezca lo que no te gusta. Aquí no hay corrector que valga. Aquí no se trata de borrar y volver a escribir. No estás entregando ningún trabajo final. Todo se da sobre la marcha pero podes pispiar hacia atrás para aprender, no para cargarte.
¿Y? ¿Qué estas esperando?
La culpa, no nos deja vivir y nos acostumbramos a vivir mal y buscando mas errores y cargando la mochila, y cada vez se hace mas pesado vivir, por eso hay que aprender a parar y sacar las piedras y seguir adelante. Excelente articulo.
¡Muchas gracias Sergio! 🙂