Oscuridad que me envuelve, que no me deja ver, no me deja avanzar. Si dije que no lo iba a hacer, ¿por qué no pude ser capaz de controlarme?
Dos horas estuve diciendo(me) que lo suelte, que no vale la pena estar atrapada ahí, que ya pasó, ya lo solucioné. El tiempo no sirvió, en la primera oportunidad hice lo que me pedí no hacer.
¿Por qué? ¿Por qué me lastimo así? ¿Por qué lastimo al otro?
¿Qué necesidad? ¿Por qué no puedo aprender a soltarlo de otra manera?
A dejarlo pasar. Como entró, salió.
Fuente: Google |
No, yo estoy ahí con el piecito para que tropiece, agarrarlo, empaparme de toda su negatividad para transformarme en lo que no quiero ser.
Me peleo conmigo intentando descargar todo eso de otra manera, pero no. Es más fuerte. ¿Es más fuerte?
Me niego a pensar, me niego a creer que tiene tanto poder sobre mí.
Estoy enfocándolo mal.
Lo primero que debo hacer es no sentir que la oscuridad es amiga.
Dejar de creer que puedo jugar con ella cuando quiero.
No. Tengo que abandonar el juego. Mirarla y no sentirla propia.
Tengo que encontrar la manera de no entrar en la oscuridad.
Mientras tanto, intentar todos los días salir de ella sin perjudicar a nadie más.
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