Semillas

Desde que llevo una dieta vegetariana estricta (no carnes, ni grasas animales, ni lácteos, ni huevos ni miel) empecé a leer y aprender más sobre los nutrientes y qué debía comer para llevar una dieta equilibrada. Una de las primeras cosas que incorporé fueron las semillas de chía, lino y sésamo en el desayuno. El otro día […]
Escrita el 18 de mayo de 2015
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Desde que llevo una dieta vegetariana estricta (no carnes, ni grasas animales, ni lácteos, ni huevos ni miel) empecé a leer y aprender más sobre los nutrientes y qué debía comer para llevar una dieta equilibrada. 

Una de las primeras cosas que incorporé fueron las semillas de chía, lino y sésamo en el desayuno. 

El otro día me preguntaron sobre cómo las consumía, ya que hay varias formas y está eso de que si no las activas, no absorberás sus nutrientes. Entonces, como no tenía ganas de escribir, fui a mi fuente y copié y pegué, no sin antes repasar de forma rápida. 

Y me quedó dando vueltas en la cabeza lo siguiente el tema de la activación. 

Por si no tenías ni idea, te cuento que las semillas vienen con una capa que no permite absorber los nutrientes si no son molidas, licuadas o activadas. Para lograr lo último, tan sólo debes dejarlas reposar en agua. 

¿Cuánto tiempo? Algunos dicen toda la noche, otros con dos horas alcanza y otros, lo que puedas y recuerdes. Para mi, con que ya veas que van largando como una baba (ese mucilago tiene muchos nutrientes también) alcanza para consumirlas sin que pasen de largo. 

En fin, pero… ¿qué es lo que me ha quedado en la cabeza dando vueltas? 

Eso de que la semilla, seguramente para proteger su esencia, tenga una capa y el hecho de activarla hace que se abra y brinde lo mejor de si. 



¿Las personas también somos semillas? 

Y durante un buen rato estuve repasando estas características de las semillas y tratando de encajarlas en los individuos. 

Y si, veo que somos muy parecidos a las semillas. 

Tenemos una esencia, sea lo que creas, podes llamarla personalidad, alma, naturaleza, espiritú, etc. 

Todos tenemos una esencia, que es invisible, en parte, como dice El Principito, porque solo se la puede ver con los ojos del corazón, y la otra parte porque tiene esa capa “protectora”. 

Las semillas la tiene, básicamente, para poder desprender sus nutrientes en el momento justo. Ninguna semilla creo que querrá largar su brote en un lugar donde luego no podrá continuar con la vida que esta gestando. ¿No? 

¿Y nuestra capa protectora para qué es? 

¿La traemos desde que somos una semilla en el vientre de mamá? 

¿La capa protectora de lo que tenemos adentro (si es que está adentro nuestro) es nuestro cuerpo? 

¿Y la capa protectora que nos creamos a lo largo de la vida para evitar que otros nos lastimen? 

¿Esa es otra aparte o es la misma? 

Siento que ese escudo, que esa armadura que nos ponemos para evitar que nos lastimen es, en parte, lo que nos condena. Muchas veces no nos deja respirar, no nos deja disfrutar, no nos deja ser. Con todo lo que significa la palabra “ser”. 

¿Quién no ha ocultado sus verdaderos sentimientos, emociones y pensamientos? 

¿Quién no habrá entendido mal lo que el otro quiso hacer o decir porque el o ella oculto sus verdaderos sentimientos, emociones y pensamientos? 

¿Para que nos sirve realmente ese escudo? 

Para que no nos lastimen. 

Si, lo entendí perfectamente. Pero es que yo a veces me siento esclavizada de mi misma. Me siento la tijera que corta mis alas, o el pico que me quita las plumas. 

Aparte esa capa, no se si les pasa a todos, pero nos va transformando en alguien que muchas veces es lo opuesto a nuestra esencia, a nuestro ser. 

¿O vos pensas que las personas “malas” son así desde siempre y desde adentro? 

¿No pueden cambiar? 

Porque también está esa frase horrible que dice “las personas no cambian”

Y si, yo digo que las personas si cambiamos. Que es un proceso a veces largo y doloroso. Lento, muy lento. No es como un interruptor de electricidad que lo levantas y vualá, hay luz. 

Todo cambio tiene su proceso, tiene su tiempo y espacio. 

La mariposa no es mariposa sin antes haber pasado por el proceso de ser oruga, construir su capullo, su capa protectora, y creer que así cambiará. No termino de saber si la oruga sabe para qué hace eso, si sabe que se transformará. 



El proceso más doloroso que conozco es el del ave fénix que, luego de vivir 500 años, construye su nido con incienso y mirra y lentamente va muriendo hasta incendiarse completamente y resurgir de sus cenizas. 

¿Para la oruga también será doloroso la transformación hasta convertirse en mariposa? 

¿Para cambiar, para convertirnos, hay que sufrir? 

¿No hay otro método? 

¿Por qué será que debe dolernos para que aprendamos o para que valoremos? 

¿De qué forma nos activamos? 

¿De qué forma logramos mostrar nuestra esencia al mundo? 

¿De qué nos protegemos con nuestra capa protectora? 

¿Cuándo sabremos el momento de dejarla y abrirnos? 

La capa protectora es parte del proceso. Nos cuida hasta el momento apropiado.No hay que encariñarse con el escudo, porque corremos el riesgo de nunca llegar a conocernos y de solo ir por la vida lastimándonos. 

Así como las semillas, frente al contacto con el agua se entregan. 

Así como la oruga, luego de crear su capullo, se entrega a lo que vendrá. 

Así como el Ave Fenix, luego de construir su nido, se entrega al fuego.


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