¿Blanco, negro o rosa? Una mezcla de todos mejor

[ACLARACIÓN: Esta publicación la escribí pensando en subirla a la web www.porlasrutasdelmundo.com , pero como no nos pusimos de acuerdo con Ale, preferí postearla aca.]   Sepan que hice todo lo posible para que no sea una publicación de esas que te dejan un trago amargo. Bastante estuvimos nosotros así. Ya lo contamos, uno de los problemas […]
Escrita el 9 de febrero de 2014
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[ACLARACIÓN: Esta publicación la escribí pensando en subirla a la web www.porlasrutasdelmundo.com , pero como no nos pusimos de acuerdo con Ale, preferí postearla aca.
 

Sepan que hice todo lo posible para que no sea una publicación de esas que te dejan un trago amargo. Bastante estuvimos nosotros así.

Ya lo contamos, uno de los problemas más grave que teníamos era que nos entraba agua. Teníamos 4 o 5 goteras grandes identificadas. El mismo problema en las dos ventanas del cuarto, esto era un problema porque amanecíamos con los pies y/o cabezas mojados.

Queríamos dejar de estar preocupados y pasarla tan mal cada vez que llovía. Así empezamos a buscar cómo resolver las goteras que conocíamos y encontramos unas cuantas que estaban esperando ser descubiertas.

A pulmón empezó este sueño y así sigue siendo. No nos ganamos la lotería (en parte porque tampoco jugamos) así que sabíamos que todo lo que haríamos sería con mucho esfuerzo, como se dice comúnmente “sudor y lagrimas”, nada más que no queríamos que sea con muchas lagrimas.

Y hoy estamos así. Hace dos meses arrancamos a hacer las reformas y mejoras al Forastero. Tuvimos que desmantelarlo, las goteras venían de hace rato y había oxido por todos lados.

Esto lo estábamos contando bien en una publicación aparte, pero los sentimientos cruzados que tenemos hoy nos hacen saltar esa página para contarles cómo estamos, como nos sentimos. Porque muchos pueden pensar que ir tras un sueño es fácil, que solo hay que animarse. Si, animarse pero también remarla. No es solo cuestión de dinero, aparece y si no se buscan las maneras de conseguirlo.

La lluvia era nuestra amiga con el camión desmantelado porque nos avisaba por donde entraba el agua. Ahora que ya le pusimos la aislación y los paneles no es nuestra amiga. Y vienen pasando tormentas importantes, donde cae mucha agua en pocos minutos. Por precaución, y para poder descansar, le colocamos un plástico que cubre todo el techo. Listo, pensamos ingenuos.

Desde las 3 de la mañana hasta las dos de la tarde llovió torrencialmente en General Rodríguez. Eran baldes de agua cayendo. Cada tanto nos turnábamos para levantarnos y fijarnos que todo esté bien y volvíamos con una sonrisa en la cara para dar la gran noticia que no había signo que el agua hiciera de las suyas.

Pero la alegría duró horas hasta que nos sorprendió un panel húmedo. ¿Cómo puede ser? Y ya nos volvimos expertos en buscar y encontramos que la canaleta del lado del conductor, cuando se une la de la cabina con la del resto del camión, estaba rota y todo el agua caía sobre la unión de la chapa al chasis que, para mayor sorpresa, tenía dos remaches rotos. Sí, todo junto.

Y explotamos. Primero lo arreglamos. Después explotamos. Yo ya había entrado a mercado libre a escribir la publicación para venderlo. Ale ya estaba buscando otro vehículo donde viajar. Los dos con unas caras largas pero sabiendo una sola cosa:

Yo: “Amor, ¿tenes ganas de seguir viajando todavía?”
Ale: “Si, obvio.”

Pero hubo mucho silencio. Porque estamos cansados. ¡Queres salir cuanto antes! Sentimos que nos están poniendo demasiados palos en las ruedas.

¿O seremos nosotros?

¡Cómo vamos a ser nosotros si estamos haciendo todo lo posible para seguir con nuestro proyecto!

Bueno, digo.

A veces pensamos en dejar de buscar más goteras, o cosas a reparar, pero es que tampoco queremos salir a rutas de nuevo sin conocer nada de nada del Forastero. Ya lo hicimos y no la pasamos del todo bien.

Al rato se nos pasó. Nos abrazamos y dijimos que seguiremos adelante. Que, por el momento, el Forastero es lo que tenemos de casa y de vehículo. Que seguimos adelante por todo lo que ya hicimos. Son esos momentos en los que nos ponemos a recordar aquella vez que el viento en la ruta 3 no nos dejaba avanzar. O de la vez que en una subida se quedo sin fuerza y Ale necesitaba tres piernas para poder poner el cambio más bajo.  Aquella vez que teníamos mucho miedo de no poder subir por la ruta del caracol hacia el paso fronterizo Cristo Redentor.

Y poco a poco vamos sacándonos el traje gris.

Ahora estamos pensando en cómo conseguir una lona impermeable de esas que usan los camiones para tener a mano cada vez que veamos que se acerca una tormenta. Pero claro, no es barata y los precios se dispararon hace unos días. Pero no perdemos la fe, como tampoco la perdemos de reparar todas las goteras y que, algún día de mañana, podamos pasar una tormenta sin que nos entre agua. Estar sentado viéndola desde la nueva ventana que pusimos en la mesa del comedor tomando mate o desde la cama alta que hicimos para, justamente, en posición horizontal también apreciar los paisajes.

Es así, cómo esta historia se va construyendo con capítulos lindos y otros de este estilo. Los momentos difíciles siempre están presentes en nuestras vidas y mil veces preferimos que nos sucedan mientras buscamos cumplir nuestro sueño a estar, aun peor, ni siquiera intentándolo.

Pido disculpas a los que pude bajonear con una publicación así. Pero este es el espacio para contar lo que nos va sucediendo, y esto también forma parte.

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