Conocí el término de “escritura meditativa” con el libro de Norma Osnajanski que se titula “Escritura Meditativa. Un camino de autodescubrimiento y transformación”.
La escritura meditativa es una práctica poderosa que combina la escritura con la meditación para explorar tu interior, descubrir una mayor claridad mental y promover el autoconocimiento y crecimiento personal. Escribir lo que vivimos, las alegrías y los miedos. Escribir desde nuestro interior, de lo que nos pasa, lo que pensamos, lo que sentimos. Escribir para encontrarnos a nosotras mismas, con nuestros valores, fortalezas, deseos y verdades más profundas.
En las primeras páginas del libro leí una creencia de Gabrielle Roth que dice: “Llevar un diario y llenarlo de uno mismo significa tomarse en serio la propia vida, cuidarse lo suficiente como para verla con honestidad. Debería convertirse en un ejercicio de autodescubrimiento continuo y vital: encontrar poco a poco la propia voz, la propia verdad, la propia historia”. Y me encantó porque es muy parecido a lo que yo pienso sobre el acto de llevar un diario personal.
En el capítulo 2 del libro, Nora escribe: “día a día, escribir dos o tres páginas literalmente sin parar, sin detenerse a pensar, sin corregir ni releerlas. Nada está bien, nada está mal. Así son las páginas de la escritura meditativa, y vale el calificativo en la medida en que perdemos el control racional y permitimos que aflore sobre el papel absolutamente todo lo que va pasando por nuestras mente.”
Por supuesto cuando leí ese párrafo no pude más que pensar en las páginas matutinas que Julia Cameron comparte en su libro “El camino del artista”.
¿Qué se plantea en la escritura meditativa?
Lo que comenta Nora en su libro es que en cualquiera de las corrientes de meditación lo que se plantea es dejar que la mente fluya y vaya donde quiera, sin interrumpir ni juzgar. Es decir, no quedar atrapada por ningún pensamiento estructurado.
La intención, entonces, es escribir sin pensar. Soltar la mano y escribir todo lo que pase por tu mente sin juzgar ni censurar. Eso también me recordó a la técnica de la escritura automática que realizaban los surrealistas.
A diferencia de Julia Cameron, Nora sugiere que se puede releer lo que una escribe en esas páginas. No el día que se escribieron sino unos días más tarde. Y sugiere que se subraye aquello que llame la atención o de lo que queramos profundizar en un relato aparte. También para ver si hay repetición de palabras. A mi me gusta releer lo que escribo para identificar patrones: patrones de pensamientos, de emociones, de problemas, de preocupaciones. Y después trabajar más a fondo en cada uno.
¿Puede la escritura ser una forma de meditación?
Sí, la escritura puede ser una forma efectiva de meditación. Una meditación activa. ¿Cuál es la diferencia? Mientras que la meditación tradicional a menudo implica el silencio y la atención plena sin palabras, la meditación activa involucra una actividad mental o física consciente que te ayuda a alcanzar un estado de atención plena y calma.
La escritura meditativa combina elementos de escritura y meditación para lograr un estado de atención plena y autoexploración. Al igual que en la meditación tradicional, la escritura meditativa implica enfocar la mente en el presente y dejar de lado las distracciones externas. La diferencia principal es que, en lugar de mantener la mente en silencio, te centras en escribir de forma libre y sin juicio tus pensamientos, permitiendo que fluyan en el papel.
Esta práctica te ayuda a explorar tu mundo interior, comprender tus pensamientos y emociones, y alcanzar un estado de atención plena. También te permite descubrir patrones de pensamiento, comprender mejor tus emociones y desarrollar un mayor autoconocimiento. A través de la escritura meditativa, podés encontrar claridad mental, liberación emocional y un sentido de calma y enfoque, al igual que en la meditación tradicional.
Cómo practicar la escritura meditativa
Según lo que interpreté del libro Escritura meditativa, siempre es importante tener en cuenta las siguientes sugerencias al realizar en esta práctica:
- Encontrá el momento y el lugar adecuados para ello, asegurándote de que tu escritura íntima y personal permanezca fuera del alcance de otras miradas, permitiendo que tu expresión sea libre y sin restricciones.
- La clave es estar dispuesto a soltar el control y plasmar literalmente todo lo que fluye en tu mente en ese instante. Escribí todo, sin importar cuán absurdo, extravagante o inapropiado pueda parecer. No importa si parece carecer de sentido, si resulta aburrido o incomprensible; continuá. No existe una manera incorrecta de hacerlo.
- Olvidáte por un momento de lo que considerás lógico, apropiado o educado. La duración de este momento la decidís vos: puede ser quince minutos o más, dos o tres páginas.
- Escribí sin interrupciones, como si simplemente estuvieras escuchando los pensamientos que fluyen en tu mente y obedeciendo sus dictados.
- Evitá tachar o corregir mientras escribís, incluso si cambiás abruptamente de tema o llegás a algo que no habías planeado.
- La ortografía, la puntuación y la gramática no son relevantes. Ni siquiera te preocupes por los márgenes o las líneas de la página.
- ¿Preferís escribir a mano o en un dispositivo electrónico? La escritura manual es más orgánica; es un ritmo diferente al mecánico y apresurado del teclado, uno que permite una expresión más sentida.
- La mano no debe detenerse. Esta es la regla esencial para la escritura meditativa. Por lo general, es difícil bloquearse si seguís en movimiento, así que continuá avanzando en el papel, sin pausa. Si sentís que te frenás y surge la tentación de detenerte a pensar, resistí la tentación: repetí la última palabra o frase cuantas veces sea necesario hasta que el bloqueo desaparezca y los pensamientos fluyan nuevamente, dando paso a nuevas palabras.
- Cuando enfrentes pensamientos crudos o temerosos, no te detengas. Seguí adelante. Una vez más, no ejerzas control alguno.
Mi experiencia con la escritura meditativa
A menudo me consultan cómo hago para tener siempre de qué escribir. O cómo hago para superar la hoja en blanco o el famoso “bloqueo del escritor”. Mi respuesta siempre es la misma: porque cuando no tengo un tema sobre qué escribir, lo invento o escribo lo que se me pase por la mente hasta que aparezca ese tema por el que quiero escribir, o no.
Y en uno de los párrafos del libro lo explica así: “La escritura meditativa consiste en dejar la mente fluir por escrito. Nadie tiene temor al vacío ni se paraliza ante la hoja en blanco si hay permiso para escribir sin sentido.”
En mi rutina de escritura, comienzo el día escribiendo todo lo que pasa por mi mente. Tengo un cuaderno dedicado exclusivamente a escribir dos o tres páginas por día. Siendo sincera, no todos los días. Hay veces que la rutina no me permite tomarme esos momentos al día. O si algún día me siento mal físicamente o emocionalmente. Después de vomitar en el papel todo lo que pasa por mi mente, tengo mayor claridad para centrarme en los temas que sí quiero trabajar en mayor atención.
Como cuando escribo estas páginas, lo hago en cursiva y mi letra muchas veces termina siendo casi imposible de entender si quisiera volver a leer, lo que hago es que si identifico una palabra, una idea, un tema que me llamó la atención, la escribo inmediatamente después de terminar de escribir esas páginas. O lo subrayo y en los márgenes escribo en imprenta en lo que quiero enfocarme en otro momento.
En resumen, recomiendo la práctica de escribir una, dos o tres páginas o el tiempo que te propongas, dejando que tu mente fluya. Esto no solo te ayudará a tener mayor claridad mental y a desbloquear sino que será un ejercicio de autoconocimiento diario muy revelador.
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