Llegaste a casa con 40 días,
pequeña, tierna, llena de vida,
y en tus ojos ya habitaba el universo
de un amor que no sabía que necesitaba.
Fuiste mi compañera,
la que estaba ahí cuando todo se caía,
la que me conoció sin que dijera palabra,
la que me entendió, sin juzgarme nunca.
Te vi crecer, te vi envejecer,
pero tu amor nunca cambió,
siempre fiel, siempre presente,
siempre mi refugio.
Te fuiste, pero me dejaste tu amor,
el amor más puro, el que no pide nada,
el que siempre se entrega,
el que permanece más allá del adiós.
Hoy el vacío es grande,
y aunque tu cuerpo ya no camine junto a mí,
siento que sigues aquí,
en cada latido, en cada suspiro.
Gracias Pumba,
por ser mi amiga,
por ser parte de mí.
Te llevaré conmigo,
presente en mi camino, hasta mi último amanecer.
0 comentarios