Sábado 3 de septiembre de 2022
Hace 48 horas que vi en vivo y en directo como una persona quiso atentar contra la vida de Cristina (Vicepresidenta de Argentina). Pasaron dos días y sigo en shock. Lloro de solo pensar que hubiera pasado si. Y ya se que los «hubiera» no sirven de mucho porque si «mi abuela hubiera ser un tren, yo sería un tranvía». No sé, algo así era la frase de mi Nona para decir que pensar en lo que hubiera pasado no servía de nada. Pero en este caso debo contradecirla y validar que sienta angustia al imaginarme el peor de los escenarios. Y hasta sentir que me quedo chica con las ideas que se me aparecen por la mente si la bala hubiera salido a centímetros del rostro de Cristina.
También estoy en shock porque me alarma que haya personas que no entiendan la gravedad del hecho. Que no se den cuenta que esto no tiene que ver ni con una persona, por más que esa persona hubiera perdido la vida, ni con un partido político. Esto hubiera afectado a todo el país. ¿O de verdad piensan que un hecho de violencia de esta magnitud hubiera quedado en la nada? ¿Acaso desconocen la historia de Argentina y de lo que ocurrió cuando el siglo pasado? Insisto. Esto no tiene que ver solo con un partido político.
Voy a intentar hacer otra cosa que escuchar y leer sobre lo que pasó porque siento que estoy perdiendo el control de mis pensamientos y emociones.
Domingo 4 de septiembre de 2022
Me encantaría vivir en un mundo sin injusticias ni violencia. Y me dicen que es una utopía. Como si fuera algo malo tener ese deseo, ese sueño. ¿Por qué no es que estamos todas las personas queriendo vivir en armonía y tranquilidad? ¿Acaso soy una cosa extraña? ¿Por qué hay personas, como yo, que quedan en shock y con angustia por las imágenes de cómo una persona quiso matar a la Vicepresidenta y otras que sienten tristeza o lástima porque no salió la bala? No entiendo esa diferencia.
Y no entiendo por qué no nos unimos todas las personas para construir un lugar más justo para vivir. Se que hay personas que quieren construir un lugar más justo para vivir. Y no solo en Argentina. Sorprendentemente, o no, en el último mes también hubo una marcha por la democracia en Brasil y en Bolivia. Y por algo será, ¿no?
Y eso me preocupa. Porque siento que la violencia está escalando y se están pasando límites que no deberíamos pasar. Tenemos la historia nacional y la historia mundial para saber que la radicalización de una parte de las personas con ideas y discursos de odio y exterminio del otro diferente y que, directamente, ni consideran humanos, es muy peligroso.
Y estoy en shock. Y con mucha angustia. Ayer a la tarde quise desconectarme del tema. Pero no puedo. Me tiene totalmente tomada. ¿Y está bien o está mal? No lo sé.
Una persona que me conoce me preguntó igual que tanto me preocupa lo que está pasando si no es que tengo pensado ser madre y tener hijos o hijas. Y me quedé pensando. Porque nunca se me había ocurrido eso. Pero no creo que porque no tenga pensado en dejar descendientes en el planeta, entonces no debería importarme el futuro y no debería tomar acciones para tratar de dejar una huella positiva. ¿Cómo es que solo pueden pensar de forma individual? ¿Cómo es que no les importa lo que le sucede a otras personas por más que no compartas ADN o no sean amistades? A mi me preocupan las personas por más que no sepa sus nombres. Y trato de reflexionar y tener actitudes que impacten negativamente en el futuro de las próximas generaciones. Por más que en esas próximas generaciones no estén hijos e hijas mías o sobrinos y sobrinas.
Trato de pensar sobre si estaré equivocada en tener una utopía tan grande como querer vivir en un mundo sin injusticias ni violencia. ¿Será que debo abandonar ese deseo para vivir sin angustiarme ni enojarme por hechos violentos?
Pero no puedo. Soy así. Viví en carne propia la violencia por parte de quienes debieron cuidarme y darme amor. Tengo cicatrices en cuerpo y psiquis a causa de la violencia y abuso intrafamiliar que sufrí. Y siento que eso me atraviesa totalmente en mi vida y hace que, justamente, desee vivir en un mundo sin violencia. Vivir en un mundo donde haya mas amor que odio. Un mundo donde las diferencias nos complementen en vez de anularnos.
¿Cómo hago para seguir adelante sin tener preocupación por lo que puede ocurrir después de haberse traspasado un límite tan grave como la legitimación de que una persona haya querido asesinar a una política y que la oposición y los medios de comunicación hegemónicos no estén verdaderamente repudiando el hecho. Porque no se hacen cargo de los discursos de violencia y odio que están inoculando en la sociedad hace años (más de una década) y porque el día después de que casi asesinan a Cristina pero que la bala no salió porque la persona no supo usar bien el arma (aparentemente), hayan publicado tutoriales de cómo disparar un arma. ¿Qué es esto? No quiero decirle locura porque la locura no tiene que ver con esto y no quiero estigmatizar a los trastornos mentales. ¿Pero cómo le digo? Es más, esto parece el comienzo de un distopía. Y me recorre un escalofrío por el cuerpo de solo pensarlo.
¿Cómo seguimos después de esto? ¿Qué se va a hacer para que realmente sea un antes y después con resultados positivos? Es decir, relacionado con lo que venía hablando en los últimos episodios, ¿cómo hacemos para transformar el dolor en fuerza motora y salir de este hecho traumático más fortalecidos y mejores personas? ¿Es posible?
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