Una buena noticia

Esperanza. Un motivo más para celebrar. Resultado que me motiva a seguir esforzándome por crear esa vida que quiero.
Escrita el 30 de abril de 2022
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Hubo una buena noticia que me olvidé de contar con todo lo de la cirugía. Cuando me hice los análisis de sangre por el pre quirúrgico, los resultados fueron muy buenos. Es más, la Dra especialista en Diabetes me dijo «son excelentes». 

Hace unos cuantos años que diagnosticaron con el «síndrome metabólico«. No es algo que se tiene de un día para otro, sino que son varios factores que, cuando se acumulan, se diagnostica. En mi caso, el factor número uno siempre fue el cuerpo en forma de manzana (también llamada obesidad abdominal). Cuando a los 12 años comencé a engordar, la grasa se acumuló, mayoritariamente, en el sector de la panza. Y eso es así hasta el día de hoy. 

Y después, vivir en constante estrés y en modo supervivencia, hizo que, por ejemplo, tuvieron un exceso de cortisol (la hormona del estrés) y eso no es bueno cuando sucede durante un largo periodo de tiempo. Una de las consecuencias del exceso de cortisol en sangre es, por un lado se produce un desequilibrio hormonal y, por ejemplo, crece la necesidad de comer alimentos calóricos (azúcares y harinas refinadas). Y claro, es todo una cadena. Estrés crónico, cortisol alto, síntomas que provocan malestar general, el señor cerebro que busca placer inmediato sin pensar en el futuro. 

A los 25 años tuve mi primer diagnostico: «resistencia a la insulina». Y, si bien los antecedentes familiares como un padre diabético no ayudan, en ese momento el Doctor fue claro: «si hacés cambios de hábitos alimenticios y sumas ejercicio físico a tu rutina, esto se revierte». 

Los cambios en la alimentación los fui haciendo. No consumo azúcar refinada ni de ningún tipo salvo que coma alguna preparación (budín, torta, helado o alguna mermelada) pero esto sucede una vez cada tanto. Lo que si como 3 veces por semana es media barrita de cacao amargo. Es mi premio por el esfuerzo.

En el 2013, al valor del primer viaje, los valores me dieron normales. El Doctor consideró ir bajando la dosis y volver a repetir los análisis al año. En el medio fue el primer viaje en bicicleta, casi todos los días incluían ejercicio físico de unas 6 horas o más. Cuando volví el Doctor me quitó la medicación y me dijo que vuelva al año para corroborar. En el medio fue el segundo viaje en bicicleta. Era de esperarse que los resultados sigan igual. Lo que no tuvimos en cuenta es que, en el 2016, en pocos meses, iba a atravesar por grandes perdidas y un duelo dolorosísimo por la muerte de una de mis perras. Que casualmente, falleció por un tumor en el cerebro y lo detectamos por su elevado cortisol en sangre. 

Ese año comencé con episodios depresivos y volví a hábitos alimenticios malos, muy malos. Cuando en el 2017 tuve fuerzas para enfrentarme a los resultados de un análisis de sangre, yo sabía que iban a dar mal. Había engordado 20 kilos en 3 meses. Los resultados fueron, otra vez, «resistencia a la insulina». Y ahí comencé un nuevo camino, sabiendo que tenía 10 años más que cuando me dieron el primer diagnostico y que la edad es un factor clave.

Y empezaron los estudios cada 4 meses. En marzo daban mas o menos, hay que ajustar la tuerca, en julio daban bien y en diciembre se descontrolaban de nuevo. Era una montaña rusa y todo dependía de mi estado emocional. 

En 2019 me volvieron a medicar. Me acuerdo que lloré en el consultorio de la nutricionista. Lloré mucho porque lo sentía como una batalla pérdida. Como un fracaso. En el 2020 no pude mantener hábitos saludables porque, básicamente, ante tanta incertidumbre y desolación, los únicos momentos placenteros se relacionaban con la comida. Con los resultados de agosto del 2020, tomé conciencia y volví con los hábitos saludables en la alimentación. Y cuando comenzó la primavera, incorporé ejercicio físico. En diciembre, los resultados de la insulina daban normales pero había algo que no estaba bien: el número de glucemia en ayunas. Estaba dos puntos por encima de lo normal. 

En marzo 2021, a los tres meses, nuevo análisis de sangre. La glucemia más alta que en el anterior. Eso no está bien. Aumenta dosis del medicamento y me da un nuevo medicamento porque los triglicéridos se habían disparado. En julio de 2021, otra vez subió la glucemia. Ya hay preocupación. Me hace un estudio en el cual, te sacan sangre, te dan medio litro de agua con mucha azúcar, tenés que esperar dos horas en reposo absoluto y te sacan sangre de nuevo y te dejan ir al baño al mismo tiempo que recolectas orina. 

Antes de sacarme sangre e iniciar el estudio, me hicieron la prueba del nivel de glucosa en sangre con 12 horas de ayuno. Más alto que el anterior estudio. La extraccionista dudó en hacerme la prueba. Tomar medio litro de agua con azúcar no es bueno para personas con ese nivel de glucosa en sangre (en verdad para nadie, pero bueno). El médico del lugar aprobó el estudio porque «por algo la diabetóloga lo pidió». Lloré. Lloré mientras me sacaban sangre y durante la dos horas que tuve que esperar para que me vuelvan a sacar sangre. Lo mal que me sentí al tomar ese agua azucarada. Por momentos sentía que me iba a desmayar. No se cómo pude, durante tantos años, tomar gaseosas azucaradas. 

Llegan los resultados de ese estudio. El resultado de la extracción post bebida azucarada no podía superar los 200 porque eso indicaba un diagnostico de diabetes. El resultado fue 199. La médica sube la dosis del medicamento y me dice que tengo que comprometerme. Que con mis antecedentes, el momento de diagnosticar diabetes estaba más cerca de lo que creíamos. Pero que se podía revertir. 

Lloré. Lloré mucho. 

Lo que más me cuesta es el ejercicio físico. Porque, además, no es cualquier ejercicio físico el que tengo que hacer. Tiene que ser del estilo «cardio». 

En marzo de este año, del 2022, cuando me realizo el pre quirúrgico solo pedía que no se me haya ido tan alto y que provoque dificultad para operarme. 

En el medio de todo el miedo, ansiedad e ilusión, llegan los resultados del análisis de sangre. Glucemia e insulina normal. Como hacía años que no tenía. ¿Será un sueño? Y los triglicéridos, tercer análisis que dan óptimos resultados.

La diabetóloga me felicita. Me retira el medicamento de los triglicéridos y me dice que siga así. Que en 6 meses repetimos los estudios y vemos cómo seguir. Que es posible que pueda bajar la dosis y seguir retrasando un diagnostico de diabetes. 

Faltan 5 días y ya puedo quitarme las vendas de las cicatrices. Y así empezar, de a poco, a volver a hacer ejercicio físico. Quiero retomar la rutina de ir caminar por la mañana. Y después volver a andar en bicicleta. Y ver cómo incorporar ejercicios que me permitan disminuir la acumulación de grasa en el abdomen. ¿Bajar de peso? Lo vengo haciendo desde el año pasado. Estoy a 6 kilos de mi peso saludable. Ese peso lo tuve cuando volví primer viaje que hicimos. Es un poco más de esfuerzo y el 2022 será un año de grandes cambios con el objetivo de mejorar mi calidad de vida.

Tengo esperanzas. Estoy motivada.

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