Un mes antes de cumplir 15 años dejé de querer festejar mi cumpleaños y la vida misma. Hoy, después de un largo proceso, celebro cumplir 39 años.

Sentir que estamos viviendo en un ambiente violento y que la violencia escala cada vez más y traspasa límites peligrosos, me angustia, y mucho.

Esperanza. Un motivo más para celebrar. Resultado que me motiva a seguir esforzándome por crear esa vida que quiero.

A veces miro fotos donde aparezco y me quedo observando. Intento adivinar qué pensaba o sentía en ese momento.

Siempre me sentí débil y fuerte a la vez. Débil porque me partí en mil pedazos con cada trauma y fuerte porque sigo de pie.

Durante años, fue el día para agradecer por no haber muerto. Hoy, después de un proceso de resignificación, declaro que el 25 de enero es el día para celebrar la vida.

Un año que termina y una oportunidad para hacer el balance y definir las metas para el próximo.

Una nueva estación comienza. Y lo confieso, una de las que menos me gustan. Aunque este año intentaré darle una oportunidad.

No es la primera vez que me encuentro con la oscuridad de frente. Ya la conozco. Hasta puedo decir que somos amigas.

21 de septiembre. Comienza la primavera. Una fecha especial. Una nueva temporada.

Lo que cuento en este post es algo que ocurrió el 22/06/2021 a las 9:30h. Podría haber pensado que simplemente fue algo que pasó. Pero no, para mí tenía un mensaje oculto de uno de mis planetas preferidos.

Cuando digo que me gusta el invierno, la mayoría de las personas cree que es porque me gusta el frío porque viví en la Patagonia. Pero no, me gusta el invierno por otro motivo.

Qué difícil que se hace todo cuando tu zanahoria es intentar vivir en armonía. ¿Cuál es el motivo por el cual elegí la “armonía” como objetivo a alcanzar en mi día a día? No lo entiendo. A veces pienso que soy mi propia enemiga. 

La crisis mundial puso sobre la mesa una crisis personal que vengo arrastrando hace años. Es hora de priorizar y soltar.

Tengo miedo de acercarme y hablar con una persona que me lastimó muchas veces en mi vida. Podría dejar la distancia entre nosotras pero no quiero volver a repetir la historia de mi vida.

Le tengo miedo a la muerte pero encontré una forma para perdurar. Escribo porque me hace bien y porque es una forma de perdurar.

No me sorprendió la decisión del gobierno. Creo que una de las cosas buenas que tiene esto de tener una mente que siempre piensa en el futuro y se...

Sueño mucho y tengo el hábito de escribir o hacer un audio apenas me levanto para luego buscarles una interpretación. Soñar con una jirafa bebé y Jesús fue muy revelador.

Con toda la información que recibía sobre la pandemia, decidí aislarme preventivamente. Me aislé no solo por un tema de salud física sino mental. Días de muchas incertidumbre.

Con el tema de la pandemia apareció un término que para muchas personas es nuevo: aislamiento. Y para mi no lo es, aprendí de forma involuntaria a aislarme para que no me lastimen.

Desde que empecé terapia con mi actual psicóloga, anoto la mayoría de los sueños que tengo. Es muy revelador cómo mi inconsciente se comunica conmigo.

Me desvelé y mi mente, que va a 1000 km/h trajo una tormenta de pensamientos mágicos y recordatorios de que no estoy haciendo lo que me gustaría.

Cuando digo que solo tengo malos recuerdos no significa que nunca en mi vida tuve un momento feliz. Sí los tuve pero los malos recuerdos son tan crueles e injustos, que parece que tienen más peso.

Buscando una imagen para una portada y te das cuenta que una misma imagen te hace sentir libertad y miedo al mismo.

Se está cumpliendo. Ese sueño que tantas veces repetí en mi mente. Estoy en “mi” escritorio. Una habitación especial para venir y hacer cosas que me hacen bien como escribir.

Un estudio médico bastante invasivo generó un movimiento de emociones y pensamientos que intenté describir e interpretar.

Cuando lo primero que pensé hacer con una varita mágica fue «volverme flace», una furia invadió todo mi ser y necesité descargarla en párrafos de mucho dolor contenido.

Después de escribir años sobre la relación con mi padre, empiezo a procesar sobre la relación con mi madre.

Un tema que marca mi adolescencia y ahora mi adultez. Desde que tengo 12 años, lo único que tenían para decirme era sobre mi peso y forma de cuerpo. Años viví con vergüenza, ahora lo transformé en enojo.

Después de muchos años lo de amor propio y respetarme a mi misma deja de ser una utopía, para convertirse en realidad.

Algo está cambiando. Ya no es simplemente contar mi historia y llorar. Ahora veo los cambios que estoy teniendo y eso es motivo para celebrar.

Escribir sobre mi vida y lo que me pasó me ayuda a analizar y reflexionar y aprender a valorarme.

Una batalla que peleo desde que tengo doce años y empezaron los desordenes alimenticios por culpa de los comentarios de mi familia.

Ahora puedo decir que estoy enojada. Enojada porque no entiendo para qué traer personas al mundo para hacerlas pasar por tanto sufrimiento y crueldad.

La escritura es un puente para conectarme conmigo para conocer lo que me hace bien y mis contradicciones. Escribir sobre quién soy y quién me gustaría ser.

La tortura de vivir con una voz en la mente que está todo el tiempo insultándote y haciéndote sentir mal. Pero desde que empecé a conocer esa voz, la resignifico y hasta estoy logrando que no sea tan fuerte.

Leí que agradecer todos los días puede cambiar tu vida de forma positiva. Vamos a probar.

La voz en mi mente me acompaña todos los días pero no siempre es una buena compañía. De hecho, la mayor parte del tiempo no lo es.

Por miedo a parecerme a mi padre, no aprendí a enojarme sino a callarme y reprimir mis emociones.

Volver a empezar. Otra vez.

Uno de los primeros textos que hice cuando empecé con las páginas matutinas.

Una fecha muy triste para mi. Primer año y para siempre.

Nunca me imaginé tener que hacer este llamado.

Buscar paz, tranquilidad y armonía se convierte en un callejón sin salida.

Necesito escribir. Comenzó la tormenta. Necesito refugiarme. Pero me da miedo. Miedo. Pánico. Estoy desbordada. El alma me duele. Necesito escribir.

¿Qué es la soledad? ¿Por qué me siento sola? ¿Qué me pasa?

El círculo obsesivo de verte al espejo, angustiarte por la imagen y tomar la peor decisión. La que perpetua esa imagen que te inculcaron que está mal.

Hay momentos que quiere abandonar el juego. Pero hay otros que voy por más y por todo.

De un ejercicio de escribirle una carta a mi yo del futuro, salió una necesidad emocional que tengo: aprender a perdonarme.

Encontrar objetos en la calle y buscarles un significado. Porque tengo esa creencia que todo tiene un porqué.

No me voy a olvidar más la mañana que recibí el llamado de mi hermano contándome que nuestro padre había muerte.

Aquella tarde en el café de la esquina de Avenida Corrientes y Aníbal Troilo es un recuerdo muy importante para mi. Más cuando pasó a ser la última vez que hablé con mi padre.

El día de mi cumpleaños número 15. Un día que debería ser inolvidable. Pero no por un recuerdo triste. Aunque no podía esperar otra cosa.

El día que dije nunca más y mis ojos se transformaron y mostraron el fuego de mi alma ya cansada de tanta violencia.

No le bastó con años de violencia y abuso infantil. No le alcanzó con años de insultos, menosprecio, odio. Tuvo que lastimarme por todos los medios que encontró.

No hay peor soledad que estar dentro de un baño frío, llorando desconsoladamente en silencio y abrazando una toalla mientras afuera hay un montón de personas que desconocen lo que sucede dentro.

¿Cómo hago si siento que mi apellido no me representa? ¿Si mi apellido no me representa? ¿Quién soy?

  No me acuerdo si estaba soleado o lloviendo. Tampoco puedo situarme en una hora del día. ¿A la mañana? ¿Era el momento de la siesta? Puedo...

  ¿No era suficiente con ser tu hija como para que me quieras?   ¿Cómo se puede estar enojada con un muerto? Estar enojada con vos es...

Una decisión que tuve a los doce años, cansada de sufrir tanta violencia. No estoy orgullosa de lo que hice pero es parte de mi historia a sanar.

Me quedé viendo por la ventana. No se cuántos minutos fueron. ¿Cinco, diez, una hora? Observo a mi alrededor.Todo va tan lento.  Me siento perdida,...

Uno de los recuerdos más tristes que tengo en mi memoria es cuando tenía siete años y pensé una forma de escaparme de la violencia de mi padre.

  Abro los ojos. Me siento un poco mareada y la oscuridad de lugar me impide saber dónde estoy. Camino despacio y con los brazos extendidos....

Hay días difíciles. ¿Por qué tengo este monstruo que me persigue? ¿Por qué no puedo vivir sin tener que estar atenta a que no me sorprenda y me...

Hice cambios en el blog, este diario no intimo donde escribo hace más de diez años. Lo decreté con la primera publicación: me hace bien escribir. ...

  No entiendo. No me entiendo. Estoy tan contenta con haber vuelto a hacer lo que me gusta que no comprendo porque dejo entrar este tipo de...

Todos los días una piedra diferente. Pero no son de las que te hacen tropezar sino de las que no te dejan avanzar. ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿Para qué?...

    Hoy cambié mi desayuno, otra vez.   No me tomé el vaso de agua con limón en ayunas y esperé media hora para comer algo.   No preparé...

Apenas abrí los ojos, me llamó la atención el color de cielo que podía ver a través de las hojas de la enredadera que hay en la ventana. Los volví a...

Poesía inspirada en la naturaleza y en la aceptación de los cambios.

En 2014 decidí rebautizar mi blog como «Me hace bien escribir». Porque sí, escribir hace bien. Pero también hace mal.