Sweet Liberation – Día 6: Repetir para aprender

El otro día me tocó limpiar, un poco pulir, encerar y pasar la lustradora al piso del living-comedor de la casa de mi mamá. Ya sé, están pensando… ¿De qué va a hablar esta chica? ¿Cómo se relaciona la liberación con un piso? Si siguen leyendo se van a dar cuenta. A mí también me […]
Escrita el 4 de mayo de 2014
Inicio 9 Sin categoría 9 Sweet Liberation – Día 6: Repetir para aprender


El otro día me tocó limpiar, un poco pulir, encerar y pasar la lustradora al piso del living-comedor de la casa de mi mamá.
Ya sé, están pensando… ¿De qué va a hablar esta chica? ¿Cómo se relaciona la liberación con un piso? Si siguen leyendo se van a dar cuenta. A mí también me costó encontrar los puntos en común. Pasa que esto es muy personal, pero seguro te podes sentir identificado/a en algún punto.
Ahí estaba. Viruta, paño y cera en mano. Al principio sólo veía todo lo que me quedaba por hacer y pensaba que mínimo 3 días iba a estar. Siempre esa cuota de negativismo que nos aportan desde nuestra mente. Lo ideal es no quedarse estancado en eso y seguir. Así como tenemos a nuestro yo negativo, del lado opuesto, está el yo positivo.
A los 15 minutos me di cuenta que esto ya lo había hecho. No es que no soy de limpiar, al contrario en una época de mi vida fui obsesiva con la limpieza. Pero me puse a pensar que cuando estuvimos en Chile, el año pasado, para poder ganar dinero encontré como trabajo ayudar a una señora y su hija a embalar toda su enorme casa en 3 días y desembalar en su nuevo pequeño departamento. Sí, todo no iba a entrar y la idea era que yo organice una venta de garaje para vender lo que no usarían. Entonces recordé cómo habían rayado el piso y debía dejarlo diez puntos para entregar la casa. Me preguntó si sabía cómo hacerlo y toda obsesiva de la limpieza se pasó unos cuantos domingos encerando y sacándole brillo a los pisos en su casa, así que si. Sabía cómo hacerlo, lo hice.
¿Qué tengo que aprender que se está repitiendo esta situación?
Vayamos un poco más atrás. Año 2006, me mudaba sola (es un decir, a los 3 meses me invadió Ale – hola amor – y ya vamos por el octavo año). Recuerdo cómo pasé dos días seguidos limpiándolo antes de mudarme. Tenía que estar impecable porque iba a ser mi nuevo hogar. Qué mal me ponía cuando no podía quitar alguna mancha del piso o de la pared o, para peor… después de tanto trabajo cuando llegaron las cosas se ensució todo, se derramó un perfume. Me puse a llorar porque todo mi esfuerzo se había echado a perder en dos segundos.
Hoy me veo y reflexiono: pobre mina, en vez de estar feliz, de disfrutar el momento que estaba viviendo que era uno de sus sueños independizarse, todo opacado por algo que realmente no tiene sentido.
Después, durante los 2 años siguientes era la obsesión de que este todo limpio. El orden se lo dejaba a Ale. Podía cancelar cualquier plan de fin de semana por quedarme a limpiar los pisos, pasarle la gamuza a los muebles.
El sol hermoso allá afuera y yo arrodillada buscando perfeccionar algo, una cosa
Otra vez, como si fuera una película, veo esas situaciones y me dan ganas de entrar a la escena y gritarme: “flaca, no te das cuenta que lo importante no es maquillar tu casa para ocultar tus miedos, tus tristezas, tus fracasos. Dejá eso, anda a afuera. Salí a caminar con Ale, juga con tus perras, júntate con tus amigos. El piso de la casa es un piso y los muebles son muebles. Son cosas, las cosas no se cuidan, las relaciones entre personas y con uno mismo si.
Hubo un día que confesé que la carrera de Ciencias de la Comunicación ya no me agradaba, ya no la disfrutaba. Iba porque tenía que ir y punto. Ah, y limpiar tampoco me gusta, lo hago porque de chica me dijeron que mi habitación reflejaba mi yo interior y yo no quiero que se den cuenta que estoy mal, que estoy triste y no entiendo para que se viene a este mundo a sufrir tanto. Mil veces me pregunté si soy la reencarnación de Hitler o algún otro de esos.
En el 2010 entré en una depresión que me fue arrastrando más y más al fondo. Ahí deje de limpiar pero porque todo me daba igual. ¿Para qué voy a limpiar si se va a volver a ensuciar? Pero también atrás venía la pregunta de para qué vivir.
Fue un momento muy difícil en mi vida. Bueno, ¿cuándo han dejado de serlo? Estos últimos dos años y medio han sido vivir en una montaña rusa. Pero vuelvo al 2010 y 2011. Años durísimo. Crisis personal, crisis de pareja, crisis de crisis.
Todo con un factor común: estaba esperando algo de la vida, no sé, algo que me dieran ganas de seguir viviendo, algo que me dijera “ah, por esto tenes que vivir y luchar”.
Los días pasaban, se convertían en semanas que terminaban siendo meses. Qué pesado que esta todo. ¿No lo sienten? Ni respirar puedo. 
Y hasta que un día pasó. Toqué fondo. Mi cuerpo me decía basta. Basta de estar sumergida en tanta mierda, de vivir de forma automática sin ni siquiera darme cuenta que estaba viviendo. Basta de vivir muriendo día a día. Basta de enojarte porque hace frio, porque hace calor, porque llueve, porque hay sol, porque aquel no me saludó, porque ese otro tiene cara de contento y por qué yo no. Basta.
De diciembre 2011 hasta acá puedo decir que aprendí muchísimas cosas. Que hice un enorme cambio y que sigo haciéndolo. Una de las cosas que aprendí fue que la vida no es lo que te va a pasar en el futuro. La vida es lo que te está pasando AHORA.
¿Lo que estás haciendo en este momento te hace bien? Pensá. Reflexioná. Date esos tiempos para preguntar y responderte. No, no es solo un cliché, no es sacado de un libro de autoayuda (ellos me lo sacaron a mí, pero shhh no digas nada).
Venimos a aprender, la vida es una escuela. Los maestros van cambiando según la materia que debas aprender. No te pierdas esta posibilidad. Ya me avisaron en el accidente de auto que tuve con mi familia cuando tenía 12 años: SOLO SE VIVE UNA VEZ.
No basta sólo con darse cuenta que es así. Y eso entendí cuando estaba lustrando el piso. Yo misma me había creado este aula para repasar la lección.
Arrodillada, limpiando un piso que se va a volver a ensuciar, que se va a desgastar porque es normal y porque así debe ser. Recordando que esa obsesión porque querer perfeccionar el exterior para ocultar el interior no es lo correcto. El año pasado lo viví y no aprendí. No era mi momento. Por eso tuve que pasar por esa situación otra vez y gracias que pude darme cuenta y sacar conclusiones para seguir adelante. Y mucho mejor si más adelante me encuentro encerando otro piso para fijar más lo que debo aprender.
¿Qué puedo decir de todo esto? Muchas cosas y sé que tengo todo desordenado en mi cabecita. Por eso lo escribo, para ordenarlo. 
Primero debo aprender que las cosas están para usarlas no están para darnos felicidad, sino para darnos comodidad. Son herramientas, pero no son lo más importantes. Con esto no quiero fomentar el consumismo ni eso de no preocuparnos si se rompe porque se puede comprar otro. No, incluso digo lo contrario… tantas cosas tenemos que ni necesitamos y que lo único que hacen, o que intentamos hacer nosotros, es darle un lugar para llenar ese espacio vacío o ese espacio incomodo que hay alrededor.
Preocupándonos por esto, por aquello y olvidándonos de lo más importante que somos nosotros y la búsqueda de estar bien, de aprender, de sentirse a gusto con lo que uno hace y con lo que uno es.
Tenemos la gran oportunidad de cambiar lo que no nos gusta. ¡ESO ES INCREIBLE! 
Recuerdo que en la adolescencia en las cartitas a mis amigos ponía “no cambies nunca”. Ufff, volvería al pasado y corregiría por un “CAMBIA TODO LO QUE NECESITES CAMBIAR HASTA ENCONTRARTE Y ESTAR BIEN CON VOS MISMO”.
¿Podré volver a cambiar todos esos mensajes? No sé. Pero ojo, volvé al pasado sólo para encontrarle sentido al presente. No te quedes a vivir ahí porque no tiene sentido. Lo pasado, pasado. ¿No te gusto? Cambialo. ¿Te gusto? Repetilo. Pero soltalo, como un globo. Dejalo libre, libéralo, libérate. Si, libérate.
1 Comentario
  1. Virginia Sanz

    Magalí Vidoz
    Hace 1 mes. – Se compartió públicamente.

    Mmm se me vinieron muchas cosas a la cabeza cuando te leía (¿a la cabeza? ¿o a otro lado?) pero hay una que se me viene como un eco:

    "Nosotros podemos cambiar lo que no nos gusta". Hace un par de meses creo que entendía esta frase y hasta creo que estaba de acuerdo… ahora, no lo sé… ¿qué sería el mundo… si fuera exactamente como nuestra mentecita quiere que sea? Porque es ella la que quiere "la felicidad rosa barbie" de la que yo hablo en mi desafío… el mundo es perfecto como es, es oscuro y es luz, es fuerte y es suave, ¿qué sería si fuera todo lo perfecto que nuestra mente quiere que sea? Creo que sería insano… así que más bien, en vez de "podemos cambiar lo que no nos gusta", yo diría: "podemos aceptar lo que no nos gusta", podemos aprender a no ponerle tanto peso a la experiencia, podemos practicar observar desde lejos, y que la vida, si ella misma decide que esa situación puede ser transformada, que se transforme, y sino, que no se transforme… a veces pienso que esto de pensar que "nosotros somos los dueños de nuestra vida" es una mentira jajajaja ¿dueña de mi vida? como si yo misma podría manejar todas las miles de teclitas del univero para que de repente algo se exprese…


    Responder
    Oculta las respuestas.

    Virginia Sanz
    Hace 1 mes.

    Maga, lei y me tomé un rato para contestarte para analizar bien lo que yo había querido escribir, transmitir con lo que vos me decís. Y para mi, aceptar lo que no nos gusta es un cambio. Hacer que lo que no nos gusta hacer se transforme en algo que lo hagamos sin sentir que la vida es una mierda, o enojada con el mundo, sino hacerlo y aceptarlo como es, es un cambio. Y me refería a eso con "cambiar lo que no nos gusta". Capaz es muy profunda la frase y yo me refería, no se… por ejemplo, si no te gusta los gritos que hay en una casa, pones musica o te pones los auriculares (yo muchas veces estoy con los auriculares para no escuchar lo que dicen las personas cuando se quejan porque me hacen mal). Obvio que lo ideal sería que no me afecten las quejas, pero todavía no logré eso así que le busqué una alternativa jaja.
    No somos dueños de nuestra vida pero si de la forma en que te tomes las cosas que te suceden, y eso incluye en tomartelas mal, llorar, estar depresiva para luego de varios años darte cuenta que todo fue un aprendizaje. Yo tuve un accidente de auto cuando tenia 12 años… y ahora con 29 puedo encontrarle "el sentido" y no estar enojada o triste y no taparme la cicatriz de la lesión física. Y yo tenía dos opciones, o me quedaba triste y enojada porque me pasó o cambiaba el lente de mis ojos para verlo como una experiencia y sacarle provecho.
    ¡Gracias por visitarme linda! 🙂

    Magalí Vidoz
    Hace 1 mes.

    Por supuesto, es como dice alguien al cual respeto mucho:

    "No estás experimentando sufrimiento, estás sufriendo tu experiencia" y eso es diferente 🙂

    Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Otros textos que escribí y te pueden interesar…

Semillas

Desde que llevo una dieta vegetariana estricta (no carnes, ni grasas animales, ni lácteos, ni...

leer más