Diario no íntimo

Cuando era niña tuve diarios íntimos. Esos cuadernos con muchos colores y brillitos y un candado de juguete. A medida que fui creciendo, cambié por cuadernos y agendas. Con la llegada de la computadora e internet en mi casa, empecé a hacerlo de forma digital.

En el 2004 abrí este blog. No tenía una idea concreta, entre un grupo de amigas era como la novedad de tener un blog y, como sabían que a mi me gusta escribir, me incitaron a hacerlo.

Al principio no sabía bien qué compartir. O mejor dicho, sí sabía: lo que tenía ganas. Todavía no existían las redes sociales como Facebook, Instagram. Existía Fotolog pero le daba menos importancia que al blog.

Una vez escribí sobre un trauma que tengo desde niña y lo sola que me sentía porque nadie me entendía. Escribí como lo hacía en las páginas de mi diario íntimo. Admito que dudé de publicarlo porque era una publicación diferente a las que solía compartir. Pero algo me dijo que lo haga.

Los comentarios y correos que recibí agradeciéndome por contar mi historia, que eso los motivó a contarme la suya y que los ayudó a liberarse, fue algo muy conmovedor. Entonces sentí que tenía que seguir haciéndolo porque a mi también me hacía bien y sentía algo muy lindo de saber que algo que escribí le podía ayudar a una persona.

 

Así nació la idea del «diario no íntimo»

Al principio me daba miedo publicar lo que escribía pero porque sabía que podían leerlo personas que podían vengarse y hacerme daño. Después de tener los ataques de pánico y de entender que una de las razones de las crisis de angustia era todo lo que tenía contenido dentro, ya no tuve más miedo y empecé a publicar sin pensar en lo que podía pasarme.

Los motivos de no publicar un texto son personales pero, en mi caso, la mayoría de las veces los publico porque en parte siento que, justamente, ocultar la violencia y el abuso es lo que permite que siga sucediendo. Y si contar lo que viví, hace que las personas tomen conciencia de que esas cosas no pasan solo en las películas sino en la vida real, lo voy a hacer.

Muchas veces me preguntan si no tengo vergüenza de contar mi vida privada. Y no, no tengo vergüenza. Durante años viví pensando que el problema era yo pero, cuando logré entender que lo que me pasó no fue mi culpa sino que fui víctima de la negligencia de muchas personas adultas que debían protegerme, fue cuando me saqué el peso de sentir vergüenza de mi historia.

Es más, en los últimos años me di cuenta de lo fuerte que soy. Mucho tiempo crecí pensando que era débil por haber dejado que me pasen ciertas cosas o por no haberme defendido o porque al primer problema me ponía a llorar. Y no. No soy débil, soy una persona que resistió a muchas situaciones dolorosas y eso me hace una persona fuerte.

El principal motivo por el cual cuento y comparto mi historia es para ayudar a otras personas que pasaron por infancias violentas, abusivas, crueles e injustas. Ayudarlas a que no se sientan solas. Porque cuando vivís una situación extrema y quienes lo saben solo guardan silencio y te hacen sentir que la que estuviste mal sos vos o que la vida es así y hay que aguantarse, te sentís sola, muy sola. Y nada más triste que crecer sintiendote un monstruo.

La escritura me salvó

Escribir lo que me iba pasando en diarios íntimos o cuadernos y, sobre todo, cuando empecé a escribir cómo me hubiera gustado que me pase en vez de lo que me pasó, me ayudó a seguir adelante. No era consciente de esto sino hasta que tuve varios ataques de pánico y sentí la necesidad de escribir y buscar respuestas de por qué, literalmente, mi cuerpo había explotado de angustia.

De hecho, en esos meses creé el proyecto «desangustiarme» y puede poner en palabras muchas emociones.

Por esos meses también me uní a un grupo que compartían dinámicas de escritura creativa. Es decir, ya no solo iba a usar la escritura para contar lo que me pasaba, lo que sentía sino también para crear, imaginar, jugar.

Y como buena persona que necesita siempre un poco más, busqué sobre escritura creativa para encontrar otros ejercicios. Así, en una de las páginas encontré la palabra «escrituroterapia» y un libro de Carla Ramirez Brunetti: “Use el lápiz y sea feliz”

“Escribir es la posibilidad de crear el mundo que deseamos en el momento en que queramos.”

Escritura terapéutica

Luego de descubrir ese primer libro y hacer los ejercicios de escritura terapéutica, comencé un camino de escribir para reencontrarme conmigo misma, para conectarme con mis emociones, exorcizar los recuerdos tristes, recorrer mi alma en busca de todas esas cicatrices que conocía y aquellas que no sabía que existían pero que ahí estaban.

Y también para conocer mis deseos, lo que me hace bien, lo que quiero hacer. Dejar de pensar que la vida es cruel porque sí y así será siempre para empezar a creer que lo que me pasó no define mi vida. Que puedo vivir esa vida que tantas veces soñé y escribí en mis diarios íntimos.

Con la escritura terapéutica aprendí a enojarme, a llorar, a reír, a soñar, a desear, a mirarme a los ojos al espejo y no bajar la mirada, a abrazarme, a valorarme. Me hace bien escribir y hacerlo es parte de mi ser.

Te doy la bienvenida a mi diario no íntimo

Las publicaciones que vas a leer más abajo son textos que escribí y que perfectamente sería hojas de mis diarios íntimos. En esos textos se encuentra mi historia, lo que viví, lo que me lastimó, lo que me dolió y aún me duele en muchos casos.

Están mis miedos, mis dudas, mis heridas, mis traumas, lo que me preocupa, lo que me tormenta, mis pensamientos más oscuros. También hay reflexiones sobre mi pasado, sobre mi presente, sobre lo que deseo en el futuro.

Es un diario íntimo pero público.

Tengo que aclararlo: en varios textos se encuentran detalles muy crueles que, si sos una persona sensible, quizás no te hará bien leerlos. No digo esto para generarte curiosidad y que vayas a leerlos o para generar morbo. Lejos de eso, esta aclaración es porque muchos de esos textos ni yo puedo volver a leerlos sin terminar en un llanto.

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Foto de Kristina Nor en Pexels | Foto de Peter Olexa en Pexels

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