Sí, aunque parezca raro el título, así es. A pesar de toda la violencia que sufrí por parte de mi padre y otras personas de mi familia o desconocidas, nadie me dijo tantas crueldades como me dije a mi misma.
Obvio que no es que yo me inventé insultos o cosas para recriminarme. Fue el entorno el que me dio catedra para yo crear una voz critica en mi cabeza que a veces no me deja en paz aun hoy en día.
Como conté en el episodio anterior, desde los 12 años que tengo problemas, trastornos alimenticios generados e impulsados por familiares cercanos.
En fin, que durante los años de la adolescencia fue una verdadera tortura. Las cosas que hice para bajar de peso o para mantener el peso super bajo cuando lograba llegar. Y las cosas que me hice castigándome cuando no bajaba de peso o no ponía todo mi esfuerzo en bajar de peso.
Creyendo que era una fracasada. Que no me merecía nada bueno porque no era flaca. Que no iba a ser feliz. Y como creia que no me iban a pasar cosas buenas ni iba a ser feliz, obvio que no me pasaban cosas buenas ni era feliz. O mejor dicho, si me pasaban cosas buenas pero ni siquiera las disfrutaba o las valorabas porque no era flaca.
Y para mi este tema es una herida abierta. Sí, recién estoy empezando a procesar todo lo que viví.
El año 2016 fue un año de quiebre para mi. Me pasaron muchas cosas muy dolorosas en pocos meses. Pero fue en esa época en la que mas me refugie en la escritura también. Escribía todos lo días. Sobre lo que se me pasara por la cabeza.
Y fui como volviendo a conectarme conmigo, con mis deseos, con lo que quería. Con lo de imaginarme como me hubiera gustado que fuera cada día hasta empezar a pensar en como queria que fueran mis proximos dias, meses, mi futuro basicamente.
Pero había algo que me hacia sentir que nunca iba a poder estar bien. Que por mas que yo me imaginara el futuro soñado haciendo lo que me gusta, había algo en el día a día que me hundía: Era yo misma. Y lo descubrí escribiendo. Escribiendo sobre las cosas que no me gustaban de mi y de lo que ya estaba cansada.
¿Saben lo que hacia todas las mañanas apenas me levantaba? Iba al baño, me paraba frente al espejo, me agarra la panza y mirándome a los ojos me decía las peores cosas que se puedan imaginar.
Sí, a mi misma. Me decía cosas horribles, super hirientes. Que obvio, cuando empecé a hacerlas consiente y hasta las escribí encontré patrones de palabras y frases que ya antes había escuchado. Pero yo le agregaba mas palabras dolorosas, mas frases, mas imágenes, mas crueldad.
Así empezaba el día. Odiándome frente al espejo. Queriendo no existir. Queriendo meterme en la cama y no salir. Y claro, como voy a tener ganas de levantarme todas las mañanas si lo primero que hacia era putearme y maldecir mi existencia.
Y con lo que escribí fui a pedir ayuda a mi espacio terapéutico y empezamos un trabajo duro pero que valió y vale la pena. Hace como tres años que ya deje de insultarme mirándome al espejo por la mañana. Ni por la mañana, ni por la tarde, ni por la noche.
Si tenés una mala relación con vos misma, en tu mente, en tu conversación interna, es importante que sepas que podes cambiar esa forma. Que va mas allá de eso de «amarte a vos misma». Que si pasaste por una época en la que te odiaste, antes de amarte, hay muchos pasos. Primero entender de donde viene ese odio, después dirigir esas emociones desagradables a quienes corresponde y sobre todo, dejar de tratarte mal y empezarte a tratarte como te gustaría que te traten. Que primero el proceso es interno y que después va exteriorizándose. Pero lo mas importante es que el cambio se da internamente.
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