Este ejercicio lo creé un día que tenía ganas de escribir pero no sabía sobre qué.
En verdad quería cambiar el tema sobre el venía escribiendo hacia meses.
Entonces me puse a buscar sobre escritura creativa en Pinterest y terminé armando una serie de preguntas «rarass» para responder y conocer más sobre mi.
Si sentís que cinco cosas son muchas y que no se te van a ocurrir tantas, olvidate del número y solo escribí sobre qué harías con la varita mágica. Y si mientras escribí, se te ocurren más de cinco de cosas, también, no te censures por la consigna y escribí todo lo que sientas.
Me encuentro una varita mágica y tengo que elegir las primeras cinco cosas que haría con ella. Como se nota que leí Harry Potter, ¿no? Lo que tengo muy seguro es que haría cosas del bien, siempre. Cuando leo una consigna mi mente se pone automáticamente a trabajar. Voy a ser sincera, a pesar de que me duela y no esté de acuerdo con este primer pensamiento, lo primero que haría sería volverme flaca. O sea, dejar de ser gorda.
Quería algo más profundo a la hora de escribir y desarrollar esta primera consigna. Pero así es mi batalla interior. Quiero ir más allá y resignificar mi pasado y parece que no lo logro. Lo primero que haría con una varita mágica sería un hechizo para ser flaca, dejar de ser gorda. Quizás estás pensando en lo superficial que se escucha esto. Yo lo vivo con mucho dolor. Porque imaginate lo cruel que fueron conmigo por no tener un cuerpo hegemónico que lo primero que haría con una varita mágica sería dejar de ser gorda.
Estos son los momentos en los que me gustaría ir a abrazar esa nena que está sola en el rincón.
Acá corté una parte del texto que escribí sobre el tema pero que decidí publicarlo en este otro post en mi diario no íntimo.
Igual no sé si quiero que sea un hechizo el que haga eso. A pesar de que sea un camino bastante doloroso y difícil, muy cruel y lleno de angustia, a pesar de todo eso, lo prefiero. Porque nada me dice que el deseo de la varita mágica sea para siempre. Y porque nadie me asegura que teniendo un cuerpo hegemónico voy a ser feliz. Porque los recuerdos van a estar igual. Porque la violencia y abuso que ejercieron sobre mí, ahí van a estar también. Así que no, prefiero seguir por este camino en donde pueda darle otro significado a lo que aprendí.
Y porque, aparte, me gustaría que todas las personas que pasaron por situaciones parecidas puedan resignificar sus pasados y me encantaría que ninguna persona más tenga que pasar por lo que pasé.
Entonces, ¿cuáles serían las primeras cinco cosas que haría con una varita mágica?
Lo primero sería de dotar de empatía a todas las personas. Que puedan ser amables con las demás personas porque entienden, aún sin haberlo vivido, lo difícil y doloroso que es transitar por situaciones de abusos y violencia.
Lo segundo sería que todas las personas tengamos las mismas oportunidades de crecer en un ambiente de amor y respeto.
Lo tercero sería que por ley existan dos días más a la semana pero que no sean para trabajar. No. Que cada quien pueda decidir para qué usarlos. Para relajarse, para aprender cosas nuevas, para viajar, para leer, para estar con amistades. Sí, ya sé que no puede ocurrir que durante dos días todas las personas dejen de trabajar porque el sistema capitalista no está diseñado así. En todo caso, que los días libres sean rotativos. Pero que también se pueda elegir que el mismo día libre te combine con tu entorno. Y como todas las personas vamos a tener empatía y haber crecido en un ambiente de amor y respeto, obvio que no habrá peleas porque yo quiero un miércoles o un lunes (quién quiere los lunes igual, ¿no?).
Lo cuarto sería que decidamos cuándo morirnos y que exista la posibilidad de ser inmortal. Sí, ya se que es controversial esto porque, si tuviéramos la posibilidad de ser inmortales quién quisiera morir, ¿no? Pasa que tampoco quiero obligar a todas las personas a vivir para siempre. A mí me da miedo la muerte así que, si la puedo esquivar, bienvenido sea.
Sí, ya sé. Estarás pensando que con el paso del tiempo, el cuerpo se va debilitando y a mayor edad menos cosas podés hacer y entonces para qué ser inmortal. Bueno, en todo caso, podemos poner un tope. Por ejemplo, hasta los 50 años y ahí el cuerpo hace un parate y no sigue creciendo. Se queda en esa edad como hayamos llegado. Y claro, así sí le doy más importancia al cuidado del cuerpo porque no es que tengo la incertidumbre de estar destinando tiempo a estar saludable para vivir bien hasta los ochenta años y a los cuarenta te morís porque se te cayó una maceta en la cabeza mientras caminabas por Avenida Corrientes.
Aunque en esos casos, si eso sucediera… ¿qué pasa? Calculo que lo mismo que ahora pero sin morirte sino con la capacidad de recuperarte para seguir disfrutando de la vida.
¡Ya sé! Resuelvo lo de la muerte deseando que ya no tengamos miedo a la muerte. Que la muerte sea una etapa más en la vida. Como cuando nos vamos a dormir. Sabés que es necesario, que te hace bien. Entonces sí, cambio mi cuarto deseo. No tenerle miedo a la muerte.
Y el quinto, el último, quizás el más difícil. Ya pedí que todas las personas tengamos empatía, que además tengamos las mismas oportunidades de crecer en un ambiente de amor y respeto. También tenemos nuestro tiempo de ocio para desarrollar las actividades que nos gustan y nos dan placer y, como si fuera poco, ya no tenemos miedo morir. ¿Qué otra cosa más haría si encontrara una varita mágica?
La quinta cosa que pediría no sería ser flaca pero si me gustaría tener la capacidad de reconstruir mi autoestima. De no sentir que soy mi propia enemiga, todo el tiempo con frases hirientes. Me gustaría mirarme al espejo sin asco. Mirarme y no detenerme en los defectos. Defectos que no se si son defectos o me hicieron creer que son defectos. Quisiera sentirme linda cada vez que me saco una foto y no estar preocupada para que no se vea mi papada o metiendo panza. Quiero poder sentirme exitosa por todo lo que hago sin que un número en la balanza o un talle me condicione. Eso quiero. Sentirme bien conmigo misma. O, por lo menos, dejar de autoinflingirme dolor. Dejar de repetir esas frases crueles que me dijeron tantas veces. Dejar de ser mala conmigo.
No se si en algún momento tendré el peso o talle que quiero. Si mirare al espejo con amor y no con odio. Si podré controlar la ansiedad y las comidas. No lo sé. Pero en este camino de intentar, por lo menos quiero tratarme con amor, con respeto, con paciencia. Quiero todo eso que desee tener cuando era una niña.
Foto de RODNAE Productions en Pexels | Foto de josue Verdejo en Pexels
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